Dia de San Agustín de Hipona , 28 de agosto, España

 

 

 

 

 

















San Agustín de Hipona

Conoce algo más ...

Aurelio Agustín nació en Tagaste, en el África romana, el 13 de noviembre de 354. El hecho fundamental en la vida de San Agustín de Hipona en estos años es su adhesión al dogma maniqueo; su preocupación por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo, la religión de moda en aquella época. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas, una buena (la luz) y otra mala (las tinieblas), eternas e irreductibles. Era preciso conocer el aspecto bueno y luminoso que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él para alcanzar la salvación.

El tema central del pensamiento de San Agustín de Hipona es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).

Para San Agustín, fe y razón se hallan profundamente vinculadas: sus célebres aforismos "cree para entender" y "entiende para creer" (Crede ut intelligas, Intellige ut credas) significan que la fe y la razón, pese a la primacía de la primera, se iluminan mutuamente. Mediante la sensación y la razón podemos llegar a percibir cosas concretas y a conocer algunas verdades necesarias y universales, pero referidas a fenómenos concretos, temporales. Sólo gracias a una iluminación o poder suplementario que Dios concede al alma, a la razón, podemos llegar al conocimiento racional superior, a la sabiduría. Por otra parte, un discurso racional correcto necesariamente ha de conducir a las verdades reveladas.

 Murió en el año 430 en Hipona  a los 76 años de edad.







Oración

Oración para recuperar la paz

Oh, San Agustín, nuestro padre y maestro, que conoce los brillantes caminos de Dios y también los caminos torcidos de los hombres, admiramos las maravillas que la gracia divina ha funcionado en ti, convirtiéndote en el perfecto testigo apasionado de la verdad y la bondad al servicio del prójimo.


Hoy me pongo en tus manos para que me guíes hacia metas de paz, y me enseñes a no abandonar nunca mi búsqueda de la verdad, en la certeza de que al final mis esfuerzos serán recompensados por el encuentro satisfactorio con la Suprema Verdad, que es la fuente de toda verdad creada.












Espero hayas recordado ayer  saludar por Santa Monica  y hacerlo mañana por Santa Sabina.



Te esperamos... 




No hay comentarios.